PROFESIONALES

Soy psicóloga general sanitaria, psicoterapeuta y mediadora.

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Desde joven sentí fascinación por las historias de la gente. El afán por entender me hizo viajar y vivir en diversos lugares, lo que me llevó irremediablemente a adoptar un enfoque transcultural e interesarme por cómo las diferentes circunstancias personales, sociales y culturales atraviesan y condicionan la vida de cada persona. He trabajado con personas autistas, con colectivos en exclusión social, con procesos de duelo, con niños/as y adolescentes, con víctimas de violencia de género, y después y hasta día de hoy, con las diferentes problemáticas que traen las personas a la clínica privada.

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Al igual que las experiencias pasadas determinan en gran medida la forma en que las personas nos desenvolvemos en el presente, mi recorrido profesional construye también la manera en la que hoy en día abordo mi trabajo en consulta. Del tiempo que estuve dedicándome a colectivos vulnerables y a la sensibilización sobre derechos humanos saco el lugar desde el que parto a la hora de atender a las personas que vienen a consulta, siempre un lugar de dignidad y respeto.

 

Los años de dedicación como psicóloga infantil han influido sin duda en la comprensión de cómo las experiencias tempranas construyen el carácter así como a la forma que uso para acercarme a los lugares sensibles, como son el juego, la terapia narrativa y el uso de lo simbólico. Del trabajo con trauma me llevo la admiración al ser humano, su resiliencia y la certeza de que al lado de los lugares más oscuros están también los más bellos. Como terapeuta humanista tengo una inmensa fe en la capacidad de las personas para adaptarse a diferentes realidades, resolver adversidades e incluso crear cosas nuevas y salir fortalecidas. Trabajo desde el apego, convencida de que una mirada de amor y no juicio hacia los entresijos de cada persona, así como grandes dosis de honestidad y apoyo son profundamente sanadores.

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Para mí la terapia es la creación de un espacio seguro en el que acompañar a la persona a conectar consigo misma, sus deseos, sus propios recursos y capacidades, darle sentido a su historia, entender cómo es y cómo se ha construido su manera de estar y sentir,  identificando los patrones y creencias que obstaculizan su bienestar para poder así elegir otros lugares más sanos, libres y felices.

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Ser parte de la periférica me hace tener esperanza en que se puede trabajar desde lo colectivo y los cuidados, lógicas poco frecuentes en este mundo.